Escrito por Mónica Sánchez Gándara
Caminar por el pasaje Espejo, es caminar por un lugar lleno de historia, arte y delicias para degustar; antes conocido como “la calle del chorro de Santa Catalina” y la calle “de los enamorados”, atribuyendo este romántico apelativo en el siglo XVIII a las jóvenes parejas que solían pasear por esta vía. A mediados del siglo XX, reemplazó a la calle Bolivia y fue bautizada con el nombre de Eugenio Espejo, en conmemoración a Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Este pasaje va desde la calle Venezuela, pasando por la calle Guayaquil y la calle Flores, que son perpendiculares al Pasaje de Espejo.
Si caminamos por el lado suroriental desde la Plaza Grande empieza la magia del Pasaje Espejo. Nos da la bienvenida una casa de estilo neoclásico construida por Franz Schmidt, misma que luego fue remodelada por Francisco Durini. La casa Gouin, como es conocida, es arrendada a partir de 1930 por el Banco Pichincha cuya agencia funciona hasta la actualidad, siendo por muchos años la casa matriz del banco. Esta agencia exhibe en sus ventanas varias obras de arte de la colección privada de la institución.
Bajo las hojas de los árboles y el ruido de las mismas al chocar con el viento, nos encontramos con la Plaza Chica, una pequeña plazoleta con bancas para poder sentarnos a descansar y ver pasar a la gente que con prisa ingresa y sale de la parada del trolebús que continúa su ruta hacia el sur de la ciudad. Frente a la parada de trolebús de la Plaza Chica, nos topamos con el Palacio Chiriboga, una casa de construcción ecléctica de estilo neo renacentista. En su fachada se destacan detalles arabescos, neoclásicos y de ArtNoveau.
Frente a esta edificación, en la esquina suroriental, se encuentra la Casa Zaldumbide – Rebolledo, antigua ‘Caja de Pensiones del Seguro Social’. Esta casa aún conserva la caja fuerte utilizada en aquella época. Se dice que a esta casa llegaron los geodésicos franceses, quienes dieron enorme visibilidad a Quito en el mundo de la ciencia del siglo XVIII.
En la actualidad, la planta baja exhibe comercios de todo tipo, en el segundo piso desde el 2015 abre sus puertas el restaurante Balcón Sumak Rikuyen atendiendo a sus clientes del centro histórico de lunes a domingo en el horario de 8:00 a 18:30, su carta ofrece comida tradicional quiteña, pero el exquisito asado de borrego, es lo que lo diferencia a otros restaurantes en el casco colonial.
Continuando por el pasaje, la edificación donde se encuentran actualmente los restaurantes Pizza SA y la Guaragua, fue construida por Antonino Russo en 1934, con un estilo Ecléctico (ArtNouveau – neoclásico); su dueño, el Sr. Fernando Pérez contrató al arquitecto Russo para que juntase dos predios y se pueda llevar a cabo la construcción del Instituto Educativo Pérez Pallares. Pizza SA , una propuesta de pizza ecuatoriana, con ingredientes frescos y su mensaje es “De la Finca a la Mesa / From Farm to Table”.
En la misma casa tenemos una oferta diferente y de calidad, La Guaragua café restaurante ofrece desayunos, almuerzos y platos a la carta.
Siguiendo con el recorrido, hemos llegado al maravilloso Teatro Bolívar, su inauguración el 15 de abril de 1933, edificación diseñada por la firma estadounidense Hoffman y Henon, construido por el arquitecto Augusto Ridder, es considerado el mayor exponente de la arquitectura ArtDéco en el país, fue declarado Patrimonio en su totalidad por la Unesco, al declarar al Centro Histórico de Quito como “Patrimonio Cultural de la Humanidad”. En 1999, al poco tiempo de su remodelación total, hubo un incendio que ocasiono la pérdida del 70% del teatro. A través de la Fundación Teatro Bolívar, mediante la colaboración de organismos nacionales e internacionales y donaciones realizadas por la empresa privada, ha restaurado y reconstruido el edificio en un 85%, actualmente se encuentra totalmente operativo y en pleno proceso de reactivación.
Al costado izquierdo del magnífico teatro está el Café del Teatro Bolívar, decorado con un escenario nostálgico y cultural que nos traslada hacia el cine, la radio y el teatro, te dejas llevar por el olor a café y por la música del ambiente, transportándote a otros tiempos y espacios.
Llegando con el recorrido hacia la calle Flores, tenemos en la esquina noroccidental la Frutería Monserrate, abre sus puertas en el centro a partir del 2004, restaurante cafetería con gran tradición quiteña, nace en la ciudad de Quito en 1972, y su plato estrella es una magnífica ensalada de frescas frutas con colores y aromas únicos.
Frente a esta casa, en la esquina suroccidental, podemos encontrar la casa llamada El Palacio de los Marqueses de Maenza, construida en el siglo XVII, con un diseño neoclásico. Su estilo interior, es andaluz, con un patio central, su ingreso se destaca por un portal de piedra y una pesada puerta labrada en madera sólida. Aquí vivió el presidente de la Real Audiencia de Quito entre el año 1615 y 1636, el Sr. Antonio de Morga. Esta casa tiene una leyenda detrás y es la del Crimen del Cucurucho de San Agustín, cuenta la leyenda que un antiguo novio se presentó disfrazado de cucurucho ante la muchacha que vivía en esta casa y estaba por salir a su matrimonio, este hombre la apuñala y huye calle abajo, donde es capturado frente a la muralla de San Agustín. En la época de la Independencia, esta casa se convirtió en sede de reuniones donde se trataban temas acerca de la independencia de América Latina del yugo español, las reuniones eran dirigidas por el ilustre Eugenio Espejo. Hoy la casa tiene comercios en la planta baja: funciona la Cooperativa Unión El Ejido de servicios financieros, Beraca Tecnology en el caso de necesitar cualquier tipo de artefacto electrónico, y Ópticas con su oferta de todo tipo de armazones y exámenes visuales.
Llegando al final de este recorrido por el Pasaje Espejo, en la esquina suroriente sobre la calle Flores y Espejo se encuentra el Monasterio de Santa Catalina de Siena, es en este monasterio donde la fe y la magia se conjugan, en la capilla podemos encontrar la ‘Banca de la Fertilidad’, considerada una banca milagrosa con más de 300 años de vida, pues muchas parejas que no han podido tener hijos, acuden a sentarse sobre la banca y su milagro es concedido luego de un tiempo. Y para poder recorrer por más calles del centro de Quito, no olviden llevar gelatina de pichón, cremas naturales, dulces, vino y hostias, que se venden a través de un torno en el monasterio, pues las religiosas del convento hacen la transacción del pago y entrega de los productos a través de este medio, herramienta actualmente casi desaparecida.