En su letrero dice que abrió en 1954, pero Rosa Bonilla, hija de los fundadores y actual propietaria, asegura que fue en 1950. Maneja el fantástico concepto de ofrecer desayunos todo el día, composiciones sencillas pero sustanciosas, donde se distinguen la nata y la mantequilla, que se preparan diariamente en casa con leche de vacas de pastoreo que llega desde Lloa. Su esencia de café, espesa y punzante, está compuesta por tres variedades del grano. El menú se completa con sánduches, jugos de frutas y contundentes tortillas de huevo con quesos y vegetales. El lugar reluce de limpieza, y la amabilidad de las mujeres que lo atienden es un rasgo que se agradece. En su ambiente de decoración sencilla, donde predomina el color de la mantequilla, destaca un mobiliario impecable (mesas de fórmica, taburetes de madera) pese a sus 70 años de vida.
Rocafuerte e Imbabura
Un lugar verdaderamente emblemático y acogedor; la atención personalizada de doña Rosita, le podrá recomendar el desayuno que mejor complazca su paladar y le hará sentir en casa.