Abierto en 1958, lleva el nombre que les sugirieron a los dueños unos amigos franceses originarios de esa ciudad. Una verdadera institución en el Centro Histórico, que ha visto pasar a varias generaciones de clientes mientras detrás del mostrador permanece doña Berta Flores, la dueña de siempre, quien con sus más de ochenta años atiende todos los días con una sonrisa generosa. Doña Berta es la única dueña original de una cafetería tradicional del Centro Histórico que todavía vive. El menú es clásico y reducido: bebidas calientes, bocadillos tradicionales, sánduches de pernil. Es también parte del club de cafeterías con fantásticos letreros de neón que les dan un aire vintage, en este caso de un celeste mediterráneo que dice Café Niza, y que va en juego con los impecables uniformes de su personal de atención.